jueves, 21 de febrero de 2013

MOVIMIENTO CINCO ESTRELLAS (*****)

Italia se encuentra en una encrucijada con las elecciones previstas para los días 24 y 25 de febrero. El país, así como tres de sus regiones (Lazio, Lombardía y Molise), porque se celebran también elecciones en ellas, tienen que decantarse, en un momento especialmente complicado, por una panoplia amplísima de partidos políticos, que van desde los de estructura más o menos tradicional, como el PdL de Silvio Berlusconi, la “Revolución Civil” de Antonio Ingroia, la “Selección Cívica” de Mario Monti, la “Liga Norte” de Roberto Maroni, “Amnistía, Justicia y Libertad” de Emma Bonino o, el que pasa por ser el favorito -el PD de Pier Luigi Bersani-, hasta el utópico movimiento ciudadano bautizado como “Movimento 5 Stelle” de Beppe Grillo.

Grillo, en este caso un cómico reconvertido en político -pues hay quien hace el camino al revés-, desgreñado, barbudo, malhablado, erigido en adalid de los grandes principios, reclama para su país, desgañitándose, megáfono en mano, con el pleno dominio de la escenografía que le confiere su pasado artístico, y sin concesiones a lo que es una campaña electoral al uso, aquellas conquistas sociales y políticas dejadas por el camino por mor de esta crisis sin fin, además de un saco de otros desiderátum.

Supresión de las asignaciones electorales a los partidos políticos, enseñanza de la Constitución y examen obligatorio para todo representante público, imposibilidad efectiva de acceso a cargos públicos para ciudadanos que hayan sido condenados, prohibición de acumulación de cargos públicos (p.e. alcalde y diputado), supresión de los sindicatos, un único canal de televisión público, en el que no haya publicidad, que sea informativo y cultural y, naturalmente, independiente de cualquier partido político; recordando que la información es uno de los fundamentos de la democracia, pues el ciudadano no informado, igual que el desinformado, no puede tomar decisiones y, por tanto, no puede elegir, asumiendo en definitiva un papel de simple consumidor o de elector pasivo, y siendo, por consiguiente, excluido en la toma de decisiones que le conciernen.

Nos guste o no un personaje con estas características, con esas formas poco convencionales de expresarse –se trata de alguien que llama sin rubor “Rigor Montis” a Mario Monti, por sus políticas de recortes- no puede negarse, incluso para los convencidamente descreídos en la “Res Publica”, que consignas como las que lanza en sus apariciones ante devotos enardecidos puedan ser en su país, y en cualquier otro, incluido el nuestro, del agrado de mucha gente en los momentos actuales.

Lástima que por los medios de información italianos se le intente tomar casi como una anécdota, como un exotismo, como un soñador, como si querer un país “cinco estrellas” fuera una entelequia inalcanzable, dando por sentado que, pese a la dispersión de voto que a buen seguro se producirá, la lucha electoral final va a ser entre el incombustible “giaguaro” (jaguar) Berlusconi – o “caimano” en palabras de Nanni Moretti- y el oscuro y experimentado representante del centro izquierda Pier Luigi Bersani.

¿Se cumplirán los buenos deseos que le auguraba a Bersani recientemente en un programa de televisión el subdirector del periódico afín “La Repubblica”, Massimo Giannini, cuando terminaba la entrevista concedida con un “in bocca al lupo e in culo al giaguaro”, en clara referencia a Berlusconi?

¿O será Beppe Grillo, que para eso tiene nombre de voz de la conciencia, el que más allá del tercer puesto que se supone va a alcanzar, conquiste el voto de sus conciudadanos por el hastiado mínimo común de las íntimas convicciones de éstos, y allí donde gane demuestre, pese a las pesadas inercias históricas del país, que una Italia “*****” es posible?

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